Vacaciones de semana santa

Y cuanto tiempo hacía que no me iba de cámping, tanto tanto que ahora que he vuelto lo he echo como padre!!

El lugar elegido fue Almería, más concretamente un cámping en Roquetas de Mar, y no fue una elección predilecta, ya que tras llamar a numerosos cámpings, éste fue el único en el que quedaba algo libre, así que podría decirse que es donde nos llevó la vida misma.



A pesar de las fechas, no tuvimos grandes problemas de atascos en la carretera, y aún viajando dos coches y tres niños puede decirse que resultó un viaje agradable tanto de ida como de vuelta.
Particularmente a mi el bungalow no me desagradó, evidentemente que no era un apartamento tal cuál, sinó que un pequeño habitáculo que servía para comer y dormir, y echarse su partidita de cartas cuando apetecía.


Los dos fogones eléctricos apenas tiraban, con lo que cocinar resulta un poco más complicado que en casa, y la pequeña nevera se las traía y deseaba para enfriar la bebida, y almacenar danones, embutido, huevos y alguna salsa... una nevera de bungalow, vaya...
El tiempo no resultó ser del todo bueno, aunque tampoco fallaban las predicciones meteorológicas, miercoles medio tapado, jueves de lluvia, viernes despejando y sabado de sol.... evidentemente como suele pasar, el mejor día de sol y temperatura fué el domingo, justo para la vuelta.
El cámpig en sí no estaba mal, tenía pista de futbol y de tenis, piscinas aunque no se podía uno meter por la temperatura del agua, su super requetecarísimo como en todos los cámpings, un bar/restaurente igual de caro pero con billar, donde demostré que el que tubo retubo, un pequeño parque con columpios y tubugan para que jugasen los nenes y estaba cerca de la playa y de un centro comercial. No muy lejos andarían un parque acuático, una pista de carts y un parque temático de estos donde se rodaban películas del oeste, aunque estos lugares quedarón por visitar a mi más grave me pareció no irse de cañas por el pueblo de bar en bar, y comiendo con las tapas que acompañan a estas, pero que conste que tapas si comimos un día en Roquetas y la verdad que los nenes comen mejor sentados que no de ruta barística.
Y na más, yo he disfrutado de mis vacaciones, mis hijos y mi mujer, y de la buena compañia de Mariano y Paula, y su hijo Aaron.



Del tisiquísmo que hubieran sido estos días en otra época de mi vida es de destacar que apenas se alcanzó el estado de gustera (lo que no quiere decir que no estubiera a agusto ni mucho menos), y que unas buenas risas acompañadas de unas partidas de ChinChon, la degustación de esas morcillas de Serón y la tranquilidad entremezclada con riñas y risas infantiles han echo de estos días unas auténticas vacaciones de Semana Santa, yo sin duda repetiría.